Ya no me dueles como antes.
Ya no siento esa ansia
por vadear los caminos de la incertidumbre.
No siento el febril impulso
de asomarme al abismo
de la tristeza y dejarme caer,
y caer.
De flirtear con la guadaña
de la parca, para abandonarme en sus brazos.
En algún momento, nunca supe por qué
un ángel se apiadó de mí
y en mi caída libre
me señaló una puerta.
Mi curiosidad ganó la partida,
y entonces abrí aquella puerta,
y una luz de cordura
me arrancó de los brazos del mundo de las sombras.
Aún me sigues doliendo,
tengo que admitirlo;
pero no como antes.
Mi corazón ya está encallecido
y las heridas ya no me duelen.
Me duele la ceguera que padecí,
me duele aquella estúpida devoción
hacia un cuerpo sin alma
y sin remordimiento.
Me duele mi ingenuidad,
la lealtad sin condiciones
que te profesé
y que jamás me devolviste.
Me duelen las horas que pasé esperando
una simple muestra de cariño,
y me duelen tus migajas;
pero más me duele haber confiado mi corazón
a alguien tan egoísta
que solo representaba una farsa.
Pero ya ves...
ya no me dueles como antes.
Ya no te busco
ni me duele tu nombre
cuando alguien lo pronuncia.
Ni siquiera cuando te veo
se sobresalta el corazón,
ni me conmueven tus historias.
Me resultan tan... vacías.
Pero tengo que reconocer
que tienes un don especial para tocar los hilos
del corazón y hacerlo saltar por los aires,
para dominarle
a tu antojo.
Nunca supe como llegué a ese extremo,
pero...ya no me dueles como antes.
Ya no sufro,
ya ni siquiera te añoro
y me es indiferente todo lo que huele a ti.
Sinceramente,
ya no te echo de menos.
Ya no te busco,
ya no te quiero,
y ahora te olvido.
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Qué triste...! :´(
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