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Mostrando entradas de julio, 2021

50 sombras de Caperucita

No te engañes, Caperucita no era esa niña inocente de rubias trenzas y calcetines de algodón. Era una joven con poses de “lolita” capaz de hacer aullar a la luna y encender al lobo al anochecer. Aquella tierna joven aprovecha las ausencias de su abuela para desatar sus húmedas fantasías en la cabaña del bosque. Y aquel lobo preso de la lujuria se la come una noche, y a la noche siguiente también. Cómplices y amantes juegan entre exclamaciones y verbos, cuyas claves se desnudan entre los pliegues de las sábanas y el colchón. Abuelita, abuelita ¡qué boca más grande tienes! Acercándose a escasos milímetros de sus labios. Es para comerte mejor. Abuelita, abuelita...¡Abuelita, esto no es lo que parece! O sí, pero no. Y he ahí que aparece la abuela sorprendiéndolos a los dos. Pero mayor sorpresa se llevan la joven y su amante lobo cuando tras la abuela aparece en tanga el guardabosques y también el leñador. Abuelita

Descontando cuentos. La ratita presumida

  E rase que se era, pero al final no fue.    Una eterna pregunta se la hace un día y al otro también. ¿Por qué elegiría al gato y no al ratón?   Aquél maldito día la sedujo con su ronroneo prometiéndola noches de loca pasión. Ella-pobre incauta- encendida en ardiente deseo decidió liarse el lazo rojo a la cabeza y dar el sí quiero, para luego arrepentirse después.   Ella que presumía de belleza, ahora se bebe las calles vendiendo su cuerpo por cuatro monedas que derrocha aquel gato traidor.   Desde entonces, cada noche, tras maldecir su mala hora, inyecta a su pequeño cuerpo grandes dosis de alcohol para olvidar un momento esa mierda que impregna su vida y amortigüe la pena que la destroza en pedazos sin compasión. En la farola de la esquina, su dignidad se cambia de acera cada vez que la ve, ella herida en su orgullo se maldice a ratos, y luego vuelve a beber.  ¿Para qué querías marido maldita rata? se maldice