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Resurgiendo de la oscuridad.

Las palabras fueron resbalando una a una
como gotas de lluvia
sobre la desnudez de mi espalda
entre aquellas heridas que lamieron mi pasado.
Fueron arrasando todas aquellas vidas que malgasté.
Y en medio de la oscuridad de la última vida que me quedaba
 surgió aquella extraña luz.
Avancé con la curiosidad de un condenado en espera de clemencia,
y allí estabas tú
como un ángel,
aunque no te hacen falta las alas,
no las necesitas.
Rareza, luz, y dolor
había en tus palabras.
Pero cuanto más te escuchaba,
más me seducía tu genial excentricidad.
La oscuridad se disipó en la espesura de un bosque
en el que nunca estuve.
Dancé feliz con la lluvia
liberándome de ese estúpido corsé
que limitaba mi esencia,
y me encadenaba a la vulgaridad.
Y aquellas viejas palabras se embarraron en cenizas
renaciendo otras que ocuparon su lugar.
Enigmáticas, y directas
impregnadas de tu atípica belleza,
tan sublimes como tu verdad.

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