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Desencanto


Siento hartazgo
de tanto borrego
fanático,
que a pesar de las pruebas del delito
niegan lo evidente
si el culpable le es simpático.
Hartazgo de vendedores de humo
sentados en sofás de cuero,
que no son más que niñatos pijos
maquillados de revolucionarios;
aprendices de lobos
con piel de cordero.
Hastío o desencanto,
ya no sé lo que siento,
quizás sea asco;
asco de ver a tanto hábil mentiroso,
vendiendo promesas
que no cumplirán.
Asco y horror,
ante asesinos
fanáticos religiosos,
impregnados  de dogmas medievales y cerriles,
carniceros de víctimas inocentes
bajo el auspicio de una fe.
De una fe tiránica y ciega,
quemando y degollando inocentes,
justificando lo injustificable
 en la crueldad de su “fe”.
Asco de todo,
de un mundo podrido
que retoza en su propia podredumbre,
sordo y ciego,
inmóvil y cobarde
que se esconde del peligro
apenas lo ve.
Que ignora a los débiles,
a las víctimas
y a todo el que sufre
mientras encumbra al tirano
que montado en la opulencia
esclaviza voluntades
y se apoltrona en el poder.
Siento hastío,
o quizás sea hartazgo,
también siento asco
y un descomunal desencanto.

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