He
vuelto a oírla
y
a respirar su presencia.
Intuía
sus ganas de volver.
Lo
sé porque salió de mi cabeza.
Aunque
nunca supe qué o quién era.
Nunca
pude ver su mirada
ni
su sombra ni su apariencia.
Solo
su aliento
reprochándome
mi inmadurez,
mi
falta de sentido común
y mi negligencia.
Pero
ahí estaba de nuevo;
impasible
y soberbia.
No
sé qué quiere de mí,
pero
no hace más que dar vueltas,
y
vueltas,
y
más vueltas;
sobre
mi cabeza.
Sé
que si la acepto
se
hará mi dueña,
me
impondrá sus juicios
y
dictará sus reglas.
¿Y
qué soy yo sin ella?
Una
envoltura vacía
carente
de sentimientos
y
un cerebro sin conciencia.
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